Vamos a contar una historia:
Un hombre pasó frente a la casa de veraneo de un hombre rico; y quedó impactado por lo hermoso, limpio, ordenado y bien cuidado que estaba el jardín de dicha casa; estaba tan entregado a la contemplación de tal belleza, que no se percató que un hombre le observaba, y cuando le vio le preguntó: -¿Es usted el dueño?- No- respondió el hombre- soy el jardinero.
-¿El dueño vive aquí?
– No.
-Entonces… ¿Viene muy seguido?
El jardinero le explicó que desde que había sido contratado por el encargado del lugar, el dueño nunca había llegado.
-Entonces ¿cómo es que usted tiene todo tan limpio, tan ordenado tan bello?, pareciera que usted espera al dueño del lugar para mañana mismo.
– No -dijo el jardinero- lo espero como si fuese a venir hoy, y cuando venga quiero que el vea que he sido fiel para lo que se me confió.
Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza; nos dio un cuerpo, agua dulce, semillas, frutos, plantas y animales para comer.
Cuando estés frente a Él… ¿podrás decir que cuidaste bien del cuerpo que te dio para cumplir sus propósitos?
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